lunes, 25 de octubre de 2010

Lo bueno y lo malo de Korea

Bueno
Partamos por lo mejor de lo mejor: la SEGURIDAD. Korea debe ser el país más seguro del mundo. Es normal ir a bailar y dejar tu cartera en una mesa bien lejos, volver una hora después, y que todas tus cosas sigan ahí. Además, son honestos. En todas las estaciones de metro hay estanterías de lost&found, donde hay pilas de billeteras y iphones (o cualquier otro tipo de teléfono mega inteligente). En este país el verbo robar no existe y mis compañeros me miran con cara de “y ésta qué está haciendo” cada vez que dejo mi computador en mi locker con candado. Y a mí me sale todo latinoamericana que llevo dentro y pienso que los lanzas chilenos debieran venirse para acá en vez de ir a España, porque entre tanta seguridad y honestidad, los coreanos son súper confiados, así que acá harían el medio negocio.  Lo malo es que si te pillan, te disparan. Así no más.

Malo
Si hay algo a lo que nunca me voy a acostumbrar, es a los sonidos de los fluidos corporales de los coreanos. En este país la gente escupe sin pudor, hacen todo tipo de ruidos con la nariz, y por supuesto, al comer hacen todos los sonidos que a nosotros nos enseñaron que no se hacían. Sobre todo cuando comen noodles y sopa. O sea, todos los días. Guácatela, guácatela. Es realmente asqueroso.

Bueno
La ropa usada. Vivimos a dos cuadras del Seoul Flee Market (algo así como el Persa Bío Bío, pero obvio que sin cosas robadas), que los fines de semana se extiende con puestos en la calle y se llena de gente. Venden absolutamente de todo, pero para nosotros lo mejor es la ropa usada. Tenemos un puesto regalón que se instala todos los sábados y domingo en la esquina de nuestro edificio, donde venden sólo ropa deportiva de marca. Yo ya tengo dos parkas y un pantalón de buzo Adidas y el Dani (a.k.a Antonio) la media parka Converse. Todo por  15 lucas. Me encanta.

Malo
El copete. Antes de venirnos nos habían advertido que los coreanos son secos para tomar y que estuviéramos preparados. La verdad es otra: los coreanos son ultra híper mega cabeza de pollo y se curan en mala con una lata de chela. Por eso que no existen botillerías, y en los supermercados sólo venden souyu, mackolli y chelas (los dos primeros son copetes de arroz de no más de 7°, absolutamente asquerosos). Y si vas a un mega súper mercado, pillas vino, alguna botella de Absolut a 25 lucas, o un Johny Walker a 35 mil pesitos. Dos meses acá y todavía no sabemos dónde comprar una botella de ron.

Bueno
El otoño. Al fin se acabó el monzón. Que llueva todos los días por más de dos meses debe ser terrible. Nosotros lo vivimos un mes y quedamos chatos. Pero el clima actual es lo mejor. Árboles de todos los colores, solcito y viento tibio durante todo octubre. Estamos cruzando los dedos para que se mantenga en noviembre.

Malo
La escasez de frutas y verduras. Una lechuga cuesta $1.500; un limón $1.000 y paltas no hay. En cuanto a frutas, media sandía cuesta $7.000 y no manejan el concepto de vender un solo durazno. O compras un kilo o ninguno. Y resulta que nuestros compañeritos todo el rato te ofrecen pastillas de vitamina C y nosotros no entendíamos el fanatismo, hasta que James Kwon (nuestro compañero canadiense-coreano que vivió 7 años en México y habla castellano) nos explicó que como no comen frutas, todos los coreanos tienen que tomar vitamina C todos los días por obligación.

Bueno
Entre tanta sopa, algas, agua y arroz, estamos cada día un poco más flacos. Ojala se note cuando volvamos.

Malo
No se puede tomar agua de la llave. Y menos de la lluvia (que es tóxica y que quizás qué residuos de las guerras tiene).

Bueno
El transporte público. En metro puedes llegar a todos lados. Incluso al aeropuerto. Las estaciones son gigantes e incluyen malls subterráneos. Además tienen el mejor aire acondicionado en verano y calefacción en invierno.

Malo
Las motos. En Korea no existe el poder del peatón. De hecho muchas veces no hay vereda. Al principio creíamos que las calles sin vereda eran calles peatonales, pero no. Siempre puede pasar un auto, y por supuesto una moto. Los motociclistas coreanos cruzan en los paso de cebra, andan por la vereda, se meten contra el tránsito… Todas las semanas me han “casi” atropellado al menos una vez.

Bueno
El patronato gigante. El otro día descubrimos el origen de patronato. Se llama Dongdaemun y venden todo lo que venden en Recoleta y mucho más. El patronato original es por lo menos 100 veces más grande que el de Santiago y los precios son un tercio. Hasta Antonio se emocionó y se fue a comprar ropa (cosa que en Chile jamás en la vida ha hecho). Y obvio que los vendedores le dijeron que era so handsome y la tontera, y el ego de Ricky Martin (como también le dicen los compañeros. No por el parecido ¿?, sino por el apellido) está por las nubes.

Malo
Quizás lo peor de Korea es que queda demasiado lejos de Chile. Tenemos 12 horas de diferencia (antes del cambio de hora en Chile eran 13), y por primera vez vamos a tener que pasar la navidad sin la familia… (¡Pero con nieve!).

 Bueno
Korea queda al lado de Japón, así que el viejito pascuero se adelantó y nos regaló pasajes y estadía todo pagado en Tokyo para pasar el año nuevo. Muéranse de envidia.